Día 7. Reparad y ofreced
sacrificios
Enero 4/10 (4:30
p. m.)
Hijos míos: el refugio de mi Inmaculado
Corazón se halla abierto para todos vosotros; en él encontraréis asilo,
protección; en él os sentiréis seguros, convencidos que el enemigo no se
atreverá a tocaros.
Reparad por tantas ofensas y sacrilegios
que recibe Jesús en el Santísimo Sacramento. Reparad y ofreced sacrificios
porque el pecado ha llegado al colmo de la desfachatez. La copa del Padre
rebosa. Muy pronto desatará su justa cólera sobre toda la humanidad; os ha
llegado el momento que todo se cumplirá. El castigo no podrá aplazarse más,
porque muchas almas están en peligro de condenación. Muchas almas hieren el
Sacratísimo Corazón de Jesús con su iniquidad. Muchas almas han llegado al tope
del descaro, muchas almas han abierto las puertas a la tentación, muchas almas
abusan de la misericordia de Dios; muchas almas irán a parar al infierno porque
no cumplen con los mandamientos, hacen de su vida un carnaval, una fiesta;
muchas almas huelen a podredumbre, porque nada bueno hay en sus corazones;
muchas almas retan al Señor, postergando para mañana su conversión. Muchas
almas se han hecho cómplices del mismo demonio.
Hijos amados: os quiero recordar, por última
vez, parte del mensaje que Jesús dio al Padre Pío en 1950: gran parte de la
humanidad será destruida, como los habitantes de Sodoma y Gomorra, porque no
han acogido el mensaje liberador de Jesús, se han apartado de su lado, andan
por el camino que las llevará a la perdición.
Hijos amados, cuando veáis alteraciones
en el sol, en la luna, y en las estrellas: estad preparados, porque muy pronto
se dará inicio a las 72 horas, profetizadas en las Sagradas Escrituras; horas
que partirán de una noche fría, noche en la que soplará el viento; noche en la
que se escuchará el tronar de los rayos, noche en la que caerá una lluvia
persistente de fuego; noche en la que el viento esparcirá, por toda la tierra,
gases venenosos; noche en la que debéis tapar puertas y ventanas para que no
veáis la guerra desatada entre el Cielo y el Infierno, porque si miráis:
pereceréis súbitamente; noche en la que debéis arrodillaros
frente a un crucifijo y pedir la protección celestial; noche en la que debéis
orar, postrados o con los brazos en cruz, pidiendo mi protección Maternal;
noche en la que las almas que estén en estado de gracia y pidan mi amparo, nada
les sucederá; las almas inocentes y buenas que mueran, serán tomadas como
mártires; noche en la que debéis encender una vela bendita y rezar el Santo
Rosario y la coronilla de protección: Quién como Dios nadie como Dios, orando
con vuestra mente y con vuestro corazón; noche en la que debéis guardar los
animales, ellos también son hechuras de Dios; noche en la que muchos morirán de
miedo, de desesperación; noche en la que los malvados serán aniquilados; noche
en la que los elegidos no deberán dormir.
Hijos
carísimos: una vez pasadas las 72 horas: el sol reaparecerá. Reinará una gran
paz. Jesús será amado, adorado y glorificado. La Iglesia vivirá humildemente y
practicará las virtudes de Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote. No existirá
divisiones, todos vivirán en el santo temor de Dios.
“Mas
en orden al día y a la hora, nadie lo sabe, ni aun los ángeles del cielo, sino
sólo mi Padre”. (Mateo 24,36).
Comprended
que: os ha llegado la hora, ya no hay tiempo para las diversiones, el poco
tiempo que os queda es para orar, hacer penitencias, ayunos, mortificaciones.
Volved
vuestros ojos y vuestro corazón al Señor. Él os espera para perdonaros, para
purificaros y limpiaros en los Ríos de la Gracia.
Dejad las cosas
del mundo, convertíos enteramente a Dios.
Orad,
orad porque todos los acontecimientos profetizados en la Salette, Fátima y
Akita están próximos por cumplirse totalmente.
Orad,
orad porque la astucia de satanás ha sembrado confusión en todo el mundo;
confusión que lleva a la perdida de la fe; confusión que lleva a los hombres
tras los cuentos, tras las fábulas.
Orad,
orad para que mis últimos mensajes se extiendan por toda la tierra, mensajes
esperanzadores, mensajes que habrán de tocar los corazones de los hombres
llevándolos a la conversión.
Orad,
orad para que la humanidad entera se consagre a mi Inmaculado Corazón. Corazón
que es refugio seguro en este final de los tiempos. Corazón que arde en la
llama de Amor Santo para todas las creaturas. Corazón que os fortalecerá cuando
sintáis miedo. Corazón que es oasis de paz cuando os sintáis inquietos.
Virtud de la obediencia
Mis
pequeños: Os quiero instruir en la virtud de la obediencia porque si sois
obedientes escalaréis altas cimas a la santidad.
Obedeced
a las mociones del Espíritu Santo. Él no sopla porque sí, su Hálito Divino os
mueve, os impulsa a seguir el frescor de su viento, el suave oleaje de su
presencia. Caminad impulsados por su voz.
Parad
por instantes a los ímpetus de vuestro corazón y discernid si es Voluntad de
Dios. Lo que previene de Él os debe dar paz.
La desazón y
turbación de espíritu no proviene de Dios.
La obediencia pule la aspereza de
vuestro corazón, lima lo bruñido de vuestra vida y da forma a lo tosco de
vuestro ser.
La
obediencia os hace (como madera sin forma que, en las manos del ebanista, a
costa de esfuerzo y de trabajo constante, os va tallando hasta construir su
obra) obras perfectas.
La
obediencia es signo de que Dios está en vosotros y signo de que lo que hacéis,
así camine en contra vía a vuestros gustos e intereses, es para dar gloria a su
nombre.
Sed
obedientes como mi Hijo Jesús fue obediente al Plan Salvífico de Dios. Él no
opuso resistencia a su Gran Misterio.
Lo
aceptó a pesar del sufrimiento y vejámenes que tendría que soportar con tal de
obedecer a su Padre, para rendirle atributo con su muerte en cruz.
Sed
obedientes como los primeros discípulos, discípulos que lo dejaron todo, lo
arriesgaron todo para seguir sus huellas, para abrazar la cruz, porque todo
seguimiento implica renuncias y sacrificios que duelen.
Sed
obedientes como los Patriarcas y Profetas, hombres recios y templados en la fe.
Hombres de sandalias desgastadas que obraron de acuerdo al querer
de Dios.
Sed
obedientes como los Apóstoles, ungidos de Dios que se dejaron moldear, triturar
y amasar para dar gloria al Dios que los llamó.
Sed
obedientes como lo fui Yo, no me cuestioné al plan de Dios, me puse en sus
manos para que me guiara en su caminar.
Me abandoné por
completo a su proyecto de amor.
3. Coronilla de
Protección. Pág. 7
Seguir con las mismas oraciones arriba indicadas desde el primer día
María , Mater novissimis temporibus
apostolorum, ora pro nobis , amén.
Simpatizo con la obra y hago apostolado de ella,
y en libertad de acción y de acuerdo al documento de la Santa Iglesia
cuya autoridad el Papa Paulo VI , publicado el 15-9-1966 y el decreto de
la congregación de la Propagación de la fe (antes Santo Oficio) A.A.S.,
No 58 / 16 del 29 -12-1966 no esta prohibido divulgar ,sin el imprimatur
escritos relacionados a nuevas apariciones ,revelaciones profecías ,milagros .
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