Día 11. Es el último llamado, sois libres en
elegir
Enero
6/10 (2:15 p. m.)
Hijos
carísimos: atended a mi último llamado; tanto tiempo os he estado hablándoos de
lo mismo y mis palabras caen en el vacío, mis mensajes son poco leídos y mucho
menos vividos, la indiferencia de mis hijos lastiman mi Inmaculado Corazón, la
renuencia que hay a estas manifestaciones me hacen llorar.
Entiendo
que hay proliferación de mensajes: mensajes de dudosa procedencia, mensajes que
llevan a la confusión, mensajes que llevan a la pérdida de la fe, mensajes que
no han sido dados por el Cielo, han sido creados, imaginados; mensajes de
seudo-videntes que se atribuyen misión profética, mensajes que ya han sido
leídos o escuchados. “¡Ay de los profetas insensatos, que siguen su propio
espíritu y no ven nada!” (Ezequiel 13,3). “Vanas son las visiones que ellos
tienen, y embustes sus adivinaciones, cuando dicen: El Señor ha dicho; siendo
así que no son enviados del Señor, y persisten en asegurar aquello que han
anunciado” (Ezequiel 13,6).
Discernid,
bajo la luz del Espíritu Santo; Espíritu que sopla y actúa en este final de los
tiempos. Pedid que se os muestren las verdaderas manifestaciones e
intervenciones de Dios.
Son
pocos los profetas, son pocas las almas privilegiadas que reciben
comunicaciones del Cielo; permaneced alertas para que no seáis engañados, no
andéis más de un lado para otro por el prurito de oír novedades, sosegad
vuestro espíritu, aquietad vuestro corazón e id al Sagrario que Jesús os espera
para daros todo su amor. Jesús os espera para revelaros sus secretos y tesoros
escondidos, porque ya ha llegado la hora de mostrarlos, de darlos a conocer,
porque el tiempo se os acaba; la proximidad de los acontecimientos es
sorprendente, os llegarán en el momento menos pensado; por eso el Cielo os ha
ido avisando, os ha estado preparando para que esperéis la pronta venida de
Jesús sin temor.
El
mundo se encuentra envuelto por una ola inmensa de oscuridad, el mundo está al
borde de un cataclismo universal; pero lo peor de todo esto, es que el mundo ni
siquiera se ha dado cuenta; satanás ha obnubilado y enceguecido espiritualmente
a la humanidad; humanidad de duro corazón a los llamamientos divinos, humanidad
que ha caído en la trampa de satanás: hacerles creer que no existe para después
pasarles la cuenta de cobro.
Hijos
míos: no seáis de aquellos que dicen: siempre se nos ha hablado de la segunda
venida del Señor y hasta ahora nada ha pasado; pensad, el por qué de tantas
apariciones y avisos del Cielo, por qué las lágrimas de las imágenes, por qué
los milagros Eucarísticos. La respuesta es clara, es sencilla: pronto la tierra
volverá al orden primero de la creación. Pero antes que todo esto ocurra sucederán
signos que os muestran que estáis en el final de los tiempos, signos
profetizados como el horroroso sacrilegio en el que aparecerá el hombre impío,
“el cual se opondrá a Dios, y se alzará contra todo lo que se dice Dios, o se
adora, hasta llegar a poner su asiento en el templo de Dios, dando a entender
que es Dios” (2 Tesalonicenses 2,4). “Y entonces se dejará ver aquel perverso,
a quien el Señor Jesús matará con el resuello o el solo aliento de su boca, y
destruirá con el resplandor de su presencia a aquel inicuo que vendrá con el
poder de satanás, con toda suerte de milagros, de señales, y de prodigios
falsos” (2 Tesalonocenses 2, 8-9); prodigios que engañarán, aun, a los mismos
elegidos; prodigios que harán del hombre impío, simio de Dios, porque aquí se
cumplirá lo predicho por el profeta Daniel (9,27) “cesarán las hostias y los
sacrificios”.
Hijos
amados: la presencia de Jesús en la Eucaristía es verdadera; precisamente por
el amor desbordado que os tiene, se ha quedado vivo en la Hostia Consagrada.
Hostia que debéis adorar porque en ella reside Dios. Hostia que debéis reparar
porque son muchos los ultrajes, las profanaciones contra el Cuerpo Eucarístico
de Jesús.
Sed,
pues, soldados valerosos de mi Ejército Victorioso, defended a Jesús en la
Eucaristía, adoradle por los que no le adoran, glorificadle por los que no le
glorifican.
Consagraos
a mi Inmaculado Corazón; es una urgencia de este final de los tiempos, tiempos
de terrible confusión, tiempos en los que los dolores de parto ya han
comenzado.
Os
recuerdo: es el último llamado. Sois libres en elegir. El Cielo os está dando
infinidad de oportunidades. Es vuestra la decisión, sólo os alerto para que os
evitéis sufrimientos, para que os ganéis una morada en el Cielo.
La Virtud del desprendimiento
Haced
caso a cada una de mis enseñanzas que os imparto con
amor. Enseñanzas que os
adelanta en vuestra infancia espiritual y
os va haciendo más maduros en vuestra
fe.
Ha
llegado el momento de que os hable de la Virtud
del desprendimiento. Virtud que
os da desapego de lo
terrenal.
Virtud
que os hace tomar conciencia de vuestros actos baldíos,
baldíos porque os
aferráis a cosas caducas que no podréis llevar
cuando seáis llamados a la
Patria celestial. Haced un alto y
reflexionad cuales son vuestros apegos y
tomad la férrea decisión
de erradicarlos
de vuestra vida.
Andad
ligeros de equipaje, que no os sorprenda la noche con
vuestra misma manera de pensar.
Renovaos
pues en vuestra manera de actuar y emprended un
nuevo camino. Camino diferente,
camino en el que no os duela
desprenderos de todo, aún, de vosotros mismos.
Hijitos
míos, no existe una báscula que pese el gran amor que una
buena madre tiene por
su hijo.
Desde el anuncio
de mi Maternidad, me doné sin reservas a la Voluntad de Dios.
Mi
Corazón se ha inundado de felicidad, mezclada con dolor,
porque desde antes de
su nacimiento sabía del enorme sufrimiento que me esperaba, al tener que
desprenderme de los más amados de mi Inmaculados Corazón. Pero me abandoné por
completo en las manos del que todo lo puede sin objetar en lo más mínimo,
porque el dolor ofrecido produce efectos maravillosos en el alma.
Así
es, pues, pequeñitos míos que debéis hacer de vuestra vida un desprendimiento
constante, para que lentamente vayáis muriendo a vuestros apegos y nazca en
vosotros un nuevo ser adherido a Dios.
3. Coronilla de
Protección. Pág. 7
Seguir con las mismas oraciones arriba indicadas desde el primer día
María , Mater novissimis temporibus
apostolorum, ora pro nobis , amén.
Simpatizo con la obra y hago apostolado de ella,
y en libertad de acción y de acuerdo al documento de la Santa Iglesia
cuya autoridad el Papa Paulo VI , publicado el 15-9-1966 y el decreto de
la congregación de la Propagación de la fe (antes Santo Oficio) A.A.S.,
No 58 / 16 del 29 -12-1966 no esta prohibido divulgar ,sin el imprimatur
escritos relacionados a nuevas apariciones ,revelaciones profecías ,milagros
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