Día 12. Os llamo a la oración, al arrepentimiento
Enero 6/10 (6:00
p. m.)
Hijos amados: os llamo a la oración, al
arrepentimiento verdadero de vuestras culpas, reparad porque son muchos los
pecados que comete la humanidad. Reparad porque el hombre no se comporta según
las leyes de Dios, actúa movido por los dictámenes de satanás. Reparad, porque
que los fenómenos sobrenaturales son considerados producto de la mente,
menguándoles su carácter sobrenatural.
Reparad porque borrascas impetuosas arrastran a
muchas almas a las profundidades del infierno.
Reparad porque el demonio está haciendo de las
suyas, ha instaurado su reinado en el corazón de muchísimos hombres.
Reparad
porque el mundo ha tergiversado el Evangelio, ha deformado la Palabra.
Reparad porque lo Divino, lo Sagrado ha perdido
valor, la fe escasea en el corazón de mis hijos.
Reparad porque el mundo se ha vuelto pagano, Dios ya
no ocupa el primer lugar en el corazón de las creaturas y mucho menos en el
seno de las familias. Reparad para que la humanidad entera vuelva sus ojos a
Dios, para que comprenda que la vida sin Dios es nula, vacía, para que sientan
la necesidad de buscar el perdón, perdón que sólo lo hallarán en el Sacramento
de la Confesión, perdón que es vital para la vida plena, vida en abundancia.
Hijos
míos: el final de los tiempos va precedido por algunos signos que muestran
palpablemente la parusía (Advenimiento glorioso de Jesucristo al
fin de los tiempos),
como
los
fenómenos extraordinarios que aparecerán en el firmamento,
firmamento que os muestra a Dios como infinito, que os lleva a evocar las
moradas que el Padre Eterno os tiene preparadas.
Tantas
veces hijos míos me he aparecido, tantas veces se han dado manifestaciones
sobrenaturales y la humanidad entera no ha querido despertar, no ha sabido leer
los signos y señales que acompañan el final de los tiempos; tiempos en los que
“el sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que llegue el
día grande y patente del Señor”. (Hechos 2,20).
“Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del Hombre, a cuya vista
todos los pueblos de la tierra prorrumpirán en llantos; y verán venir al Hijo
del Hombre sobre las nubes resplandecientes del cielo con gran poder y
majestad”. (Mateo 24,30).
¿Qué
más fenómenos extraordinarios queréis ver? Fenómenos que os muestran que Dios
existe, fenómenos que os deben llevar a una conversión perfecta, fenómenos que
son voz de alerta para que cambiéis de vida y os acerquéis al Señor; fenómenos
que son anuncios para la segunda llegada de Jesús, fenómenos que os demuestran
que la eternidad es una realidad en la que tarde o temprano tendréis que
enfrentar.
Hijos
amados: como Maestra que soy de cada uno de vosotros, me encuentro en la
necesidad de daros estas lecciones del Cielo porque es importante que os
preparéis al pronto regreso del Señor; no quiero que ante su llegada seáis
sorprendidos dormidos y sin aceite en vuestras lámparas; no quiero que os pase
lo mismo que a las vírgenes necias; vírgenes que llagaron tarde al convite y
hallaron las puertas cerradas.
Sólo
os pido que permanezcáis en vela, caminando por las sendas de la oración,
mortificación y penitencia; os pido que viváis los mensajes de la misma manera
como el pueblo de Israel obedeció a Moisés y dejó Egipto para ir hacia la
tierra prometida.
Por
la premura del tiempo debéis dejar las vacilaciones, los titubeos; cortad con
todo lo que sea pecado y reparad porque la justicia de Dios pronto se dejará
ver y sentir.
Consagraos
hijos míos a mi Inmaculado Corazón, integrad las filas del Ejército Victorioso
y combatid contra el enemigo; enemigo que será derrotado, enviado a los abismos
más profundos del infierno; porque muy pronto (así como en los tiempos de Noé,
unos pocos se refugiaron en el arca construida por sus propias manos) en este
final de los tiempos, unos pocos se refugiarán en mi Inmaculado Corazón y se
salvarán.
La
consagración a mi Inmaculado Corazón obrará prodigios espirituales en vuestras
vidas, recibiréis un toque Divino de mi Maternidad, seréis mis hijos amados
a los que siempre protegeré porque mi Manto Celestial siempre os estará
cubriendo.
Consagrándoos
a mi Inmaculado Corazón, vuestros miedos se diluirán, volveréis al camino del
Señor, seréis peregrinos en la tierra que esperan la pronta venida del Señor.
Virtud del Amor
Hijos
míos: habéis de saber que el amor es la medicina del alma. Medicina que
cicatriza vuestras heridas, sana vuestras llagas, limpia los enconos de vuestro
corazón. Amad sin medida, amad con hartura, amad en abundancia porque el amor
es: terapia para el alma, descanso a vuestro espíritu y alivio para vuestro
interior. Si Dios es amor, sois creados por el Amor y para el Amor. No seáis
mezquinos en prodigar amor.
Amad a vuestros
enemigos, aguijones ponzoñosos, que os hacen aferrar más a Dios.
Amad
a vuestros padres, ellos os dieron la vida y como tal debéis aceptarlos con sus
defectos y con sus virtudes.
Amad a vuestros hermanos, mirad en cada uno de ellos
la presencia de mi Hijo Jesús. Amad a los niños, creaturas indefensas que son
el desvelo de mi Inmaculado Corazón. Amad a los ancianos, sed pacientes y
afectuosos, los años pesan sobre sus cuerpos, carecen de la lucidez que
tuvieron en su juventud, pensad que hoy sois jóvenes, mañana seréis viejos.
Amad a los
animales, son obra perfecta de la creación de Dios.
Amad y cuidad de la naturaleza, su Artífice es Dios,
Dios que pensó en vosotros; recreaos con la armonía y gallardía del paisaje.
Amad a todos los hombres de la tierra, son hechuras
de las manos de Dios, fuisteis creados a su imagen y semejanza.
El amor excusa,
justifica.
El amor perdona,
libera de culpas.
El amor aligera
vuestras penas, os dulcifica.
El amor os da
libertad, os pone alas, alas para volar hacia el cielo.
El amor os une a mi Amor Santo y al Amor Divino,
amor que trasciende, amor que cautiva, amor que atrapa.
El amor hecha
fuera el temor dándoos tenacidad, aguante.
El
amor es camino de dulzura, de bienestar, de confort espiritual. El amor es
deleite, fragancia celestial que cautiva, enamora.
El amor es
semejanza de Dios en la tierra.
3. Coronilla de
Protección. Pág. 7
Seguir con las mismas oraciones arriba indicadas desde el primer día
María , Mater novissimis temporibus
apostolorum, ora pro nobis , amén.
Simpatizo con la obra y hago apostolado de ella,
y en libertad de acción y de acuerdo al documento de la Santa Iglesia
cuya autoridad el Papa Paulo VI , publicado el 15-9-1966 y el decreto de
la congregación de la Propagación de la fe (antes Santo Oficio) A.A.S.,
No 58 / 16 del 29 -12-1966 no esta prohibido divulgar ,sin el imprimatur
escritos relacionados a nuevas apariciones ,revelaciones profecías ,milagros
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