Día
30. Consagraos a mi Inmaculado
Corazón
Enero 27/10 (6:50 a. m.)
Hijos
míos: No tengáis miedo a mis palabras. Estos mismos mensajes han sido
transmitidos a las almas privilegiadas en varias partes del mundo. Aquí en esta
consagración lo único que hago es volver a recordar, porque algunos de vosotros
sois sumamente olvidadizos y algunos han guardado mis lecciones de amor en las
gavetas oxidadas y empolvadas de sus corazones.
No
os hablo nada nuevo. Sólo os instruyo, os educo porque soy María, Maestra de
los apóstoles de los últimos tiempos, y la misión de una maestra es formar a
sus discípulos, llevarlos por los caminos del bien, sacarlos de su ignorancia y
darles toda la sabiduría necesaria para que en un futuro construyan proyectos
de vida: sólidos, firmes.
Carísimos
hijos: la consagración a mi Inmaculado Corazón y la conversión transformante
son medios que os favorecerán en este tiempo de tribulación y de justicia
porque “mirad que va a llegar el día del Señor, día horroroso y lleno de
indignación, y de ira, y de furor, para convertir en un desierto la tierra,
y borrar de ella a los pecadores. Porque las más resplandecientes estrellas del
cielo no despedirán la luz acostumbrada: se oscurecerá el sol al nacer, y la
luna no alumbrará con su luz. Y castigaré la tierra por sus maldades, y a los
impíos por su iniquidad; y pondré fin a la soberbia de los infieles, y abatiré
la arrogancia de los fuertes” (Isaías 13, 9-11).
Hoy
mismo tomad la decisión de dar muerte al hombre viejo, hombre que camina tras
las obras de las tinieblas, mas no de la luz; hombre que encuentra gozo en los
placeres furtivos del mundo; hombre aferrado al dinero; hombre concupiscente,
carnal; hombre que adora falsos dioses; hombre que transgrede los Mandatos
Divinos; hombre que se zambulle en el lodazal de sus pecados; hombre que no ha
conocido a Jesucristo porque no vive su Palabra, actúa contrariamente al
Evangelio; ya es la hora que volváis vuestro corazón al Señor. No posterguéis
más vuestra conversión; satanás os la hace aplazar porque sabe del poco tiempo
que os queda. El retorno glorioso de Jesús está muy próximo. Que no os pase
como las vírgenes necias que se durmieron y a la media noche llegó el esposo y
las sorprendió con sus lámparas apagadas y sin provisión de aceite; salieron a
la tienda a comprarlo y no alcanzaron a entrar a las bodas, les cerraron la
puerta. “Así que velad vosotros, ya que no sabéis ni el día ni la hora”. (Mateo
25, 13). Día en que el Hijo del Hombre venga en su gloria y se reúnan en su
presencia todas las gentes, día en que separará a unos de otros como el pastor
separa a las ovejas de los cabritos, día en que pondrá las ovejas a su derecha
y los cabritos a su izquierda; “entonces el rey dirá a los que estarán a su
derecha: venid, benditos de mi Padre, a tomar posesión del Reino Celestial, que
os está preparado desde el principio del mundo” (Mateo 25,34). “Al mismo tiempo
dirá a los que estarán en la izquierda: apartaos de Mí, malditos: id al fuego eterno,
que fue destinado para el diablo y sus ángeles, o ministros” (Mateo 25, 41).
Hijos
amantísimos: dejad ya vuestro pecado, grabad con letras de oro en vuestro
corazón, ésta, mi lección de amor. Meditad lo que os dice las Sagradas
Escrituras, libro Santo con el que os formo como apóstoles de los últimos
tiempos. Libro Santo que ha de ser el manual de vuestras vidas. Libro Santo en
el que debéis meditar y discernir bajo la luz del Espíritu Santo. Libro Santo
que debéis de llevar escrito en vuestros labios y en vuestro corazón porque en
él hallaréis la salvación, en él sabréis cuál es el camino que os lleva al
Cielo.
Una
vez hayáis iniciado vuestro proceso de conversión transformante, enrolaos en el
Ejército Victorioso de los Corazones Triunfantes y consagraos a mi Inmaculado
Corazón porque os quiero sustraer de todo lo profano para que hagáis
de vuestra vida culto de adoración al Señor, himno y ofrenda de gloria a su
Santo Nombre.
Consagraos
a mi Inmaculado Corazón y entregaos por entero a mí, que os arroparé bajo los
pliegues de mi Sagrado Manto. Os defenderé del adversario porque sois mis
soldados rasos, os arrancaré con la señal de Cristo como elegidos de Dios.
Consagraos
a mi Inmaculado Corazón para yo disponer de vosotros libremente y dirigir
vuestras vidas según mis designios.
Consagraos
a mi Inmaculado Corazón que seré vuestro refugio, refugio en el que
contemplaréis los acontecimientos profetizados, pronto por realizarse
plenamente; refugio en el que no sentiréis miedo por mis advertencias Marianas
en este final de los tiempos; refugio en el que os calentaré con la llama del
mi Amor Santo, porque habrá una semana de terrible hielo en la tierra. Refugio
en el que pasaréis desapercibidos, cuando el hombre impío haga su aparición en
el mundo entero. Refugio que os mantendrá ocultos frente a los pérfidos ataques
de satanás.
Virtud
de la oración
Si
no oráis pereceréis. Si no oráis os marchitaréis como cuando a una rosa o a una
flor le falta el aire, le falta el agua. Si no oráis moriréis como al girasol
le falta el sol, o como al pez le falta el agua. Orad sin nunca cansaros.
La oración os lleva a un encuentro de
corazón a corazón con el Amor Santo y Divino. La oración os lleva a un vaciar
vuestro corazón de vuestras preocupaciones.
La oración os lleva a llenaros de las
gracias del Cielo.
La oración es la columna vertebral que
sostiene vuestro cuerpo espiritual. La oración ha de convertirse en vuestro
pulmón, en vuestro corazón.
La
oración es el único medio con el cual podéis ir cortando con vuestras ataduras,
podéis ir recobrando la libertad, podéis ir muriendo a vuestro hombre viejo, ya
que la oración hace de vosotros hombres nuevos, hombres radiantes, hombres
impregnados de la fragancia exquisita de los Cielos.
La
oración os hace radiantes, os revitaliza, os da armonía, os da regocijo y os da
paz. Emprended, pues, el gran camino de la oración. Oración que se convierte en
los más bellos himnos, en los más hermosos cantos celestiales. Oración que ha
de resonar en todo el Cielo. Oración que ha de subir como incienso ante la
presencia del Padre Eterno. Os insto, os llamo a que viváis para Dios
alimentándoos diariamente de la oración.
Orad
con vuestro corazón, muchas veces cerrando vuestros labios. Sed, almas
contemplativas. Sed, almas ansiosas y deseosas del Cielo. Sed, ángeles en la
tierra, orando en cada momento, en cada lugar y en cualquier situación
específica de vuestras vidas.
Orad también con la Palabra de Dios,
meditad el Evangelio del día, vividlo, encarnadlo. Os bendigo capullos
florecientes del vergel de mi Inmaculado Corazón:
. Amén.
3. Coronilla de
Protección. Pág. 7
Seguir con las mismas oraciones arriba indicadas desde el primer día
María , Mater novissimis temporibus
apostolorum, ora pro nobis , amén.
Simpatizo con la obra y hago apostolado de ella,
y en libertad de acción y de acuerdo al documento de la Santa Iglesia
cuya autoridad el Papa Paulo VI , publicado el 15-9-1966 y el decreto de
la congregación de la Propagación de la fe (antes Santo Oficio) A.A.S.,
No 58 / 16 del 29 -12-1966 no esta prohibido divulgar ,sin el imprimatur
escritos relacionados a nuevas apariciones ,revelaciones profecías ,milagros
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