Día
18. Sólo os queda orar y reparar
Enero 10/10 (7:14 a. m.)
Hijos
míos: os he estado recordando por última vez algunos de los mensajes que he
dado en varias partes del mundo, como en la Salette, Akita, Garabandal, Fátima
y a mi hijo predilecto Stefano Gobbi entre otros; pero mis palabras no han sido
del todo escuchadas, sólo los corazones sencillos las acogen, las guardan con
recelo como perlas finas, como tesoros del Cielo.
Cuánto
deseo que la humanidad entera abriera sus ojos a la realidad de los
acontecimientos. Acontecimientos que demuestran que: estáis en el final de los
tiempos, el libro del Apocalipsis va en la mitad del camino.
Cuánto
deseo: que la humanidad entera estuviera atenta y preparada al retorno glorioso
de Cristo, que despierte de su somnolencia espiritual e inicie de inmediato un
proceso de conversión perfecta y transformadora.
Cuánto
deseo que la humanidad entera atendiera a la voz de los profetas, profetas que
en este final de los tiempos están allanando caminos como San Juan Bautista,
porque la segunda venida del Mesías está muy próxima.
Cuánto
deseo que la humanidad entera comprendiera que la Iglesia pronto llegará al
viernes santo; viernes santo que la purificará, la probará hasta que brille en
su máximo esplendor.
Cuánto
deseo que la humanidad entera se consagrará a mi Inmaculado Corazón y formase
parte de mi Ejército Victorioso. Ejército que verá el triunfo de los Sagrados
Corazones Unidos y Traspasados.
Cuánto
deseo que la humanidad entera se uniera al Apostolado de Reparación. Apostolado
que menguará las fuerzas del adversario. Apostolado que adelantará el triunfo
de los Sacratísimos Corazones. Apostolado que abrirá las puertas de la Nueva
Jerusalén. Apostolado que extinguirá las densas capas de oscuridad que cubren
la tierra.
Cuánto
deseo que la humanidad entera hiciese muchísimos actos de reparación; actos que
merman la justa cólera de Dios. Actos que abrevian, aún más, el tiempo porque
los hombres corren alto riesgo de perderse.
Cuánto
deseo que la humanidad entera sienta la necesidad de visitar el Santísimo
Sacramento, porción del Cielo en la que habita Jesús. Porción del Cielo poco
frecuentado y visitado. Porción del Cielo muchas veces profanada. Cuánto deseo
que la humanidad entera no dudará más de mis apariciones, de las
manifestaciones del Cielo; entended que este es el tiempo de María y del
Espíritu Santo.
Cuánto
deseo que la humanidad entera compartiera, al pie de la cruz, los sufrimientos
de mi Hijo Jesús, porque son muchos los hombres que hieren su Sagrado Cuerpo
con el pecado.
Cuánto
deseo que la humanidad entera entendiera que la hora de la gran prueba ha
llegado porque son muchos los errores que se están difundiendo, muchos pastores
no están atentos a los lobos vestidos de corderos; lobos que se han introducido
en la Iglesia para llevarla a la destrucción.
Cuánto
deseo que la humanidad entera rezara por la salvación del mundo; mundo que ha
tocado el fondo de la perdición y de la impiedad extrema. Cuánto deseo que la
humanidad entera contribuyese al triunfo de la Divina Voluntad, viviendo en
estado de gracia, haciendo siempre lo que Jesús os diga.
Cuánto
deseo que la humanidad entera encontrase en mi Inmaculado Corazón un refugio
seguro en este tiempo de
tribulación y de
justicia.
Cuánto
deseo que la humanidad entera se preparara en oración, ayuno, mortificación y
penitencia porque la gran crisis de la Iglesia se avecina. Pronto entrará en la
agonía y pasión más dolorosa, pronto será abandonada por muchos de mis hijos,
pronto será teñida de rojo por la sangre que derramarán algunos de mis hijos
predilectos y algunos laicos fieles a la doctrina predicada por Jesús. Pronto
el castigo azotará a este mundo pagano, mundo sin ley y sin Dios. Pronto la
tierra será purificada por una lluvia de fuego, tierra que será completamente
renovada para así, recibir al Rey del más alto linaje vestido de resplandor y
de gloria.
Cuánto
deseo que, estos, mis últimos mensajes se difundan por todo el mundo. Es el
último llamado angustioso para toda la humanidad. Son las últimas advertencias
para este tiempo de tribulación y de justicia. El tiempo se os acaba, los
dolores de parto ya han comenzado, el hijo de la perdición se prepara para
tomar la silla de Pedro que dentro de poco estará vacía, sólo os queda orar y
reparar.
Virtud
de la serenidad
Mi
Inmaculado Corazón conservó la serenidad en cada una de las etapas de mi vida,
aún, en las escenas más dolorosas de la Sagrada Pasión de mi Hijo Jesús.
Conservé
siempre la calma porque cuando se deja perder esta virtud se anida en el
corazón la impaciencia y el ofuscamiento y estos sí que son enemigos letales
del alma; enemigos que son como langostas que destruyen y matan.
La serenidad es suave oleaje y brisa
refrescante para los corazones agresivos e iracundos. La serenidad es dulce
refrigerio par los corazones melancólicos, tristes.
La serenidad es viento suave para los
corazones inquietos, turbados.
La serenidad es un torrencial de paz
para los corazones heridos y malogrados.
Hijitos míos, guardé serenidad en la
Anunciación y Encarnación del Hijo de Dios. Me abandoné en sus brazos y
proseguí mi camino.
Guardé
serenidad en la búsqueda de posada en Belén, no me desesperé, confié en Dios,
me puse en sus venerables manos.
Guardé
serenidad en la profecía del anciano Simeón, conservé sus palabras en mi
Corazón y emprendí marcha.
Guardé
serenidad en la pérdida y hallazgo del Niño Jesús en el templo; cuando lo
encontramos no protesté ante sus palabras, meditaba en ellas día y noche.
Guardé
serenidad en la crucifixión y muerte de Jesús, a pesar de mi dolor y llanto mi
espíritu no se ofuscó, permaneció apacible.
Hijos
míos, no os perturbéis ante los ataviares de vuestra vida; reconoced que un
corazón siempre intranquilo es un corazón que aún no ha recibido a Jesús, no le
ha abierto sus puertas, no le ha permitido entrar.
La
serenidad es presencia de Dios, es joya diamantina para quien la posee. No la
perdáis. Si carecéis de ella trabajad arduamente en adquirirla y una vez la
tengáis en vuestras manos guardadla en vuestro corazón y os sentiréis pleno,
rebosado de Dios.
3. Coronilla de Protección. Pág. 7
Seguir con las mismas oraciones arriba indicadas desde el primer día
María , Mater novissimis temporibus
apostolorum, ora pro nobis , amén.
Simpatizo con la obra y hago apostolado de ella,
y en libertad de acción y de acuerdo al documento de la Santa Iglesia
cuya autoridad el Papa Paulo VI , publicado el 15-9-1966 y el decreto de
la congregación de la Propagación de la fe (antes Santo Oficio) A.A.S.,
No 58 / 16 del 29 -12-1966 no esta prohibido divulgar ,sin el imprimatur
escritos relacionados a nuevas apariciones ,revelaciones profecías ,milagros
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