Día
25. Soy la Aurora y os anuncio el gran día del Señor
Enero 22/10 (7:30 a. m.)
Hijos
carísimos: soy la Aurora que se levanta para anunciar el gran día del Señor.
Aurora que os pide levantar vuestras suplicas y ruegos al Cielo porque los
hombres se han alejado del Señor, se han dejado seducir por pensamientos
heréticos y anatemas, por filosofías llamativas y extrañas que los sustraen de
la verdad.
Soy
la Aurora que se levanta para anunciar el gran día del Señor. Aurora que os
pide permanecer con vuestros ojos bien abiertos, porque la apostasía lentamente
está desmoronando la Iglesia; la difusión del error se propaga cada vez
más; error que lleva a negar las verdades de la fe y a cuestionar la sana
doctrina y el Magisterio de la Iglesia.
Soy la Aurora que se
levanta para anunciar el gran día del Señor.
Aurora que os llama a consagraros a mi Inmaculado Corazón; consagración que os
adentrará en las filas de mi Ejército Victorioso. Ejército capitaneado por esta
humilde sierva del Señor. Sierva que os conducirá por los caminos de Dios,
sierva que os enseñará la manera para que derrotéis al enemigo. Sierva que os
arropará bajo los pliegues de su Sagrado Manto. Sierva que os ocultará en su
purísimo Corazón para que el adversario no os arrastre al abismo de la
perdición.
Soy
la Aurora que se levanta para anunciar el gran día del Señor; día que irá
precedido de acontecimientos que os mostrarán que estáis en el final de los
tiempos; tiempos de tribulación y de justicia, tiempos en que se prepara a
escondidas un cisma que pronto será descubierto y proclamado.
Soy
la Aurora que se levanta para anunciar el gran día del Señor; pero antes Dios
enviará dos castigos: uno por medio de guerras, revoluciones y males. Y el otro
será enviado desde el Cielo, una oscuridad intensa que durará tres días y tres
noches, días en que los enemigos de la Iglesia morirán, excepto unos cuántos
que el Señor tendrá misericordia de ellos y se convertirán; días en que los
demonios saldrán de las profundidades del infierno con apariencias espantosas y
horrorosas.
Soy
la Aurora que se levanta para anunciar el gran día del Señor; día en que los
cielos temblarán, día en que los rayos y relámpagos caerán a la tierra como
nunca se ha visto en el mundo.
Soy
la Aurora que se levanta para anunciar el gran día del Señor; día en que
brillaré en estos últimos tiempos para atraer el mayor número de almas a una
vida de gracia. Almas que serán salvadas porque serán protegidas bajo mi amparo
maternal; almas que serán escogidas para la Iglesia Remanente; almas que,
algunas de ellas, han sido elegidas para la Nueva Jerusalén, para los cielos
nuevos y la tierra nueva.
Soy
la Aurora que se levanta para anunciar el gran día del Señor; día que sólo es
conocido por el Padre Eterno, día en que el Señor vendrá inesperadamente y el
mundo entero no estará preparado para recibirlo, día que vendrá para instaurar
su reinado en la tierra.
Soy la Aurora que se
levanta para anunciar el gran día del Señor,
porque muy pronto Él vendrá a purificar y a transformar la tierra entera; muy
pronto Él vendrá para derrotar a satanás y enviarlo al infierno con todos
sus secuaces; muy pronto Él vendrá con todo su esplendor y gloria para reinar
por años sin término.
Soy
la Aurora que se levanta para anunciar el gran día del Señor; el proceso de
purificación no se postergará más, la gran catástrofe se os aproxima;
catástrofe menos rigurosa por las oraciones y sacrificios de las almas víctimas
en toda la tierra; almas que son pequeños pararrayos del Pararrayos que es
Jesucristo, Víctima Divina.
Soy
la Aurora que se levanta para anunciar el gran día del Señor; pronto descenderé
vestida de sol para aplastar con mi talón la cabeza de la serpiente; pronto mi
Inmaculado Corazón triunfará y el Sagrado Corazón reinará eternamente.
Soy
la Aurora que se levanta para anunciar el gran día del Señor, porque pronto
reinará la paz y el amor; muy pronto habrá un solo rebaño y un solo pastor, muy
pronto la tierra se convertirá en un hermoso jardín; jardín en el que todos los
hombres darán honra y gloria al Santo Nombre de Dios.
Soy
la Aurora que se levanta para anunciar el gran día del Señor. Su segunda venida
está muy próxima; mi Ejército Victorioso vencerá al dragón rojo y a la bestia
negra; mi Ejército Victorioso será marcado en la frente y en la mano, es decir,
el intelecto y la actividad humana; sello que os hará elegidos del Altísimo,
sello que os pondrá en el resto fiel de la Iglesia. Resto que será defendido
por San Miguel Arcángel y protegido por María, Madre de Dios y Madre vuestra.
Soy
la Aurora que se levanta para anunciar el gran día del Señor; día en veréis
grandes señales en el cielo; señales que os anuncian su segundo advenimiento.
Virtud
de la discreción
La
discreción es una virtud que os hace silenciosos, es una virtud que os hace
prudentes, es una virtud que os hace agradables para los hermanos que tenéis a
vuestro alrededor.
La
discreción es delicadeza del corazón, es suavidad del alma y es refrigerio para
el espíritu de quien la posee.
La
discreción es la virtud que adorna vuestro corazón de esbeltos girasoles,
girasoles que son signo de la presencia de Dios, son signo de las manos
creadoras del Artífice del Cielo. La discreción es el camino que os lleva a la
adquisición de la Sabiduría. Sabiduría que no encontráis en los libros. Hijos
amados, la encontráis solamente en las Sagradas Escrituras. Pedid al Señor que
os adorne con esta preciosísima virtud.
Las almas que la poseen, poseen en sus
vidas un gran tesoro del Cielo.
Conservé
discreción en mi vida, en ningún momento me mostré como la Madre de mi Señor,
como la Madre del Salvador, como la Madre de Dios. Guardé silencio frente a las
palabras en el momento de la Anunciación. Guardé silencio en el nacimiento de
mi Hijo Jesús. Guardé silencio en muchos de los acontecimientos de la vida
sobrenatural del Hijo del Altísimo.
Dios adornó mi Corazón con esta rosa
preciosísima del Cielo: la virtud de la discreción.
“Como
zarandeando la criba queda el polvo o tamo, así del pensar nace la ansiedad del
hombre. En el horno se prueban las vasijas de tierra; y en la tentación de las
tribulaciones los hombres justos. Como el cultivo del árbol se muestra por su
fruto, así por la palabra pensada se ve el corazón del hombre. No alabes a un
hombre antes que haya hablado; porque en el hablar se dan a conocer los
hombres. Si tú vas en pos de la justicia, la alcanzarás, y te revestirás de
ella como de una vestidura talar de gloria; y con ella morarás, y ella te
amparará para siempre, y en el día de la cuenta hallarás en ella apoyo. Las
aves van a juntarse con sus semejantes: así la verdad va a encontrar a los que
la ponen en práctica. El león va siempre en busca de presa: así el pecado arma
lazos a los que obran la iniquidad. El hombre santo persevera en la sabiduría
como el sol; mas el necio se muda como la luna. En medio de los insensatos no
hables, y reserva las palabras para otro tiempo; pero asiste de continuo en
medio de los que piensan con juicio. La conversación de los pecadores es
insoportable; porque ellos hacen gala de las delicias del pecado. La lengua que
jura mucho, hará erizar el cabello, y su irreverencia le hace a cualquiera
tapar las orejas. Paran en derramamiento de sangre las riñas de los soberbios,
y da pena el oír sus maldiciones.
Quien
descubre los secretos del amigo, pierde el crédito, y no hallará un amigo a su
gusto. Ama al amigo, y sé leal con él. Porque si descubrieres sus secretos, no
lo volverás a ganar. Porque el hombre que viola la amistad que tenía con su
prójimo, es como quien pierde al amigo por morirse éste. Y como uno que se deja
escapar de la mano un pájaro, así tú dejaste ir a tu amigo, y ya no lo
recobrarás. No lo sigas; porque está ya muy lejos, habiendo huido como un gamo
que escapa del lazo, por haberlo tú herido en el alma. Jamás podrás atraértelo
a ti: porque después de una injuria de palabras se halla resarcimiento, o hay
lugar a la reconciliación; mas el revelar los secretos del amigo, quita toda
esperanza al alma desgraciada que ha incurrido en esta falta.” (Eclesiástico
27,5-24).
Ved,
hijos míos, que las Sagradas Escrituras os enseñan a vivir, os enseñan a
comportaros. Por eso, mis pequeños, sed bien discretos en el hablar y
encontraréis finura. Sed discretos en el hablar y hallaréis regocijo. Sed
discretos en el hablar y os encontraréis con un tesoro de incalculable valor.
3. Coronilla de Protección. Pág. 7
Seguir con las mismas oraciones arriba indicadas desde el primer día
María , Mater novissimis temporibus
apostolorum, ora pro nobis , amén.
Simpatizo con la obra y hago apostolado de ella,
y en libertad de acción y de acuerdo al documento de la Santa Iglesia
cuya autoridad el Papa Paulo VI , publicado el 15-9-1966 y el decreto de
la congregación de la Propagación de la fe (antes Santo Oficio) A.A.S.,
No 58 / 16 del 29 -12-1966 no esta prohibido divulgar ,sin el imprimatur
escritos relacionados a nuevas apariciones ,revelaciones profecías ,milagros